Entonces es cuando me pongo a recordar momentos de mi vida, si señores, son las películas dramáticas y sociales las que me hacen recordar como es de apestosa y cruel mi triste realidad.
Exactamente me perdí pensando en la mirada de mi padre, en lo que se le cruzo por la cabeza aquella tarde de algún sábado, cuando pudimos cruzar miradas directas por instantes de segundos, y pude darme cuenta que en realidad me observaba; y no digo que nunca antes lo haya hecho, pues sí, supongo que lo hizo desde el día que nací (“supongo”); pero esta vez su mirada era mucho más profunda, una mirada de remembranza, como si recordara particularmente “algo”; y yo secreta y profundamente se dé que se trata ese algo.
Sé que el recordaba aquella mañana en Lima a comienzos de este año, cuando me humillo y grito como nunca antes lo había hecho, irónicamente y absurdamente, lo hacía con palabras que yo ya conocía, con ese rastro de rencor acumulado en lo más profundo de su voz, como intentando hacerme pagar por todo lo que hice y pude haberle hecho, aun si tuviese o no la culpa, no le bastaba comprobar nada, el solo estaba ahí parado, frente mío, hiriendo mi corazón, elevando su voz, expresando quizás lo que nunca tuvo valor para decir anteriormente, solo gritando y haciéndome sentir como siempre, ínfima, mínima, inservible, inútil e idiota.
Pero esta vez yo trataba de argumentarle, trataba torpemente de defenderme, de cuidar lo que aun contengo de cariño y autoestima propia, protegiéndome del que me debería cuidar, escudando mi corazón como nunca antes había tenido el coraje para hacerlo.
Fue en vano. El no paraba de hablar y sus palabras se clavaban en mi cabeza y en mi corazón tan hondo, oh señor! Como me dolía, y yo solo lograba derramar lágrimas, como lo había hecho toda mi vida, toda mi estúpida y patética vida, nunca supe hacer otra cosa más que llorar.
Sí bueno, yo seguía ahí parada como estúpida. Cuando el pudo comenzar a ver mis lágrimas cayendo, allí por fin pudo parar de hablar y alejarse, mirando así el lado izquierdo de la calzada… esperando el taxi en el que debería regresar mi hermana y mi madre.
Y yo seguía ahí parada, con lágrimas rodando por mi rostro, y la gente que pasaba se quedaba mirandome, y yo con mis estúpidas lagrimas.
Solo trataba de que sus palabras no resonaran en mi cabeza, trataba de olvidar todo, pero mientras más lo intentaba, menos podía hacerlo, cada vez oía más todo lo que me reclamaba, todas las culpas por fin y perfectamente descritas, todas las palabras perforando mi ya dañado corazón.
Cuando por fin pude calmarme, me prometí a mi misma no decir nada, esto iba a quedar sellado en mi corazón, como siempre lo había hecho. No tenía el derecho de dañar el viaje, no dañarlo más de lo que ya estaba, simplemente iba a guardarlo, “total! Yo me trago todo… es lo de siempre”. Aún sigo repitiendo eso en mi cabeza.
El taxi apareció con mi madre, mi hermana y el supuesto bolso extraviado en el terminal. El bolso por el cual mi padre desahogo todo el odio guardado a su hija. El pequeño y bastardo bolso por el cual papá me heria infinitamente, porque perder un bolso era la peor tragedia que me habia tocado vivir estando de vacaciones con él.
Y yo, yo no pude mas, en el fondo mi corazón sabía que mi hermana no había extravió el bolso, yo SABIA que estaba aun en el rincón de la agencia de viajes, donde recogimos a mis padres. Ellas bajaron del taxi y dos grandes gotas resbalaban otra vez por mis mejillas “como odio mis lagrimas, realmente las odio!”
Entonces todas las supuestas vacaciones en Lima, eran un infierno para mí, solo me apartaba, me alejaba de todos, en especial de mi padre. El trataba de recompensarme comprándome cosas o comida, y a mí me daba igual. Todo me daba igual.
Después de unos días pude decírselo a mi hermana y prometí que apenas me largara a Arequipa, me buscaría un fucking trabajo y me desaparecería todo el día de mi casa, ese señor ya no era más mi padre. Por fin lograba entender que por más que hiciera todo lo que pudiera, nunca iba a ser una DIGNA HIJA SUYA, nunca le iba a bastar, nunca iba a ser suficiente buena para él. Estaba logrando entenderlo, recíen lo entendia.
Y entro en escena mi primo, y logor hacerme entrar en razón y que mis problemas no eran tan serios como creía, y que me estaba ahogando en un vaso de agua. Solo tenía que LOGRAR perdonarlo, "nadie es perfecto" - me dijo.
Entonces conocí el perdón, regrese a Arequipa y todo estaba raramente tranquilo, mi padre si estaba un poco ido, creo que aun recordaba el incidente y por eso debía comportarse así, eso supongo. ¿Lograste perdonarlo realmente Mary?.
Entonces volvemos a aquel sábado en la tarde, cuando me miraba profundamente a los ojos, me pregunto qué sentiría. Qué clase de cosas atravesarían su cabeza. ¿Quieres AÚN pedirme perdón papa? ¿O sigues pensando que soy la inútil más grande del mundo por no poder cuidar a mi hermana? ¿Tienes remordimientos por aquel día? ¿Te has dado cuenta que me heriste y que aun así te perdone? Cuéntame papa, dime si llegaré a ser suficiente buena para ti.
Por eso siempre he pensado y trato de actuar como hombre, como el hijo hombre que yo se que mi padre siempre añoró, siempre tratando de complacerte, tratando de seguir tus pasos, tratando de hacerte sentir orgulloso. Pero al fin de cuentas ¿Que es el orgullo?
No se papá, ojala y pudieras leer esto algún día. Ojala tus miradas penetrantes e intimidantes se pudieran cambiar por abrazos; por fuertes, sinceros y profundos abrazos. Yo te quiero, te admiro, aun así no seas perfecto. Aun hiriéndome, te quiero, no lo olvides papa.