viernes, 3 de julio de 2015

Otro viernes.

El día empezaba mas frió de lo común, el cielo nublado y una continua y fuerte brisa también se animaron a acompañarlo.

La tarde se anunciaba decaída, pero el gran clímax siempre ocurre a la noche.

Las decisiones ya han sido tomadas, ya todo está dicho y ese vacío vuelve a pesar en el alma.

Otra vez arrinconada, acompañada solo por vibrantes preocupaciones carcomiendo la cabeza.

Y justo esta mañana pensaba turbada -mientras tomaba prestada a mi vieja guitarra amiga Petunia- que algo ya no era lo mismo, que las canciones sonaban diferentes, sin brillo, que el sonido era vacio.

La vida es tan puñalera.

Y ese extra de padecimientos me los cargo en una sola cuota fulminante, como para que las melodías no pierdan sustancia.

Sí, la vida es irónica, y jodida a la vez.
Bipolar surgiendo a la vista.

Estas llagas en piel viva, no avisoran un aprendizaje para sanar.
Lo que si mejora es mi manera de afrontarlas.

Duele, pero turba menos mis sentidos, pues entiendo que ese centro roto y maltrecho no necesita de más añadidos.

El padecimiento solo es corporal, porque el alma ya está muy podrida por dentro y no lo puede notar.

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