miércoles, 24 de junio de 2015

Intensamente.

Me puse bien triste y pensativa viendo una pelicula en el cine.

INTENSAMENTE.

Me recordó las tantas veces que me entraban ganas locas de largarme de casa por problemas con papá. Ideas que tengo hata ahora y que controlo mejor poco a poco.

Yo debo tener un isla músical que se ha caido y reconstruido demasiadas veces. La primera vez que incursioné en esos rumbos mi madre nego rotudamente alguna oportunidad, desde entonces escondo aficiones relacionadas a ese tema. Eh mejorado mucho, pues ya hasta canto con naturalidad -pero bien bajito- en presencia de mamá o papá, pero es mi eterno sueño frustrado, el sueño de nunca acabar.

Tengo ese recuerdo bonito de cuando era niña y me la pasaba hablando sola, siempre buscando nuevas palabras para mi vocabulario y cosas así.

Entiendo que era feliz, pero en alguna forma diferente a mi felicidad actual.

Recuerdo mis incontables lágrimas, vivía odíandolas porqué papá las odiaba.

Supongo que gran parte de mis problemas viven atados a la relación con mi padre.

Sus gritos, su intolerancia, su impaciencia, su dictadura y demás.

Y sí, quizás de niña hubiese dado lo que fuera por un abrazo suyo, lo que fuera saben, y ahora de solo pensarlo gotas salen de mis ojos.

Pero esa era otra de mis ilusiones, de esas que no me canso de crear.

Aquella niña se ve tan feliz y calmada al ser abrazada por sus padres, que me hace envidiarla. Yo también quería padres así, padres frente a los que no tuviera que aparentar ser fuerte, ni ideal, ni modelo, padres que me aceptarán con mis carencias y dolores.

No los tengo hasta ahora.

Soy yo la única que trasluce cual vidrio sus sentimientos, y abraza y ríe fuerte y canta, pero siempre llora a escondidas.

Y ahora puedo ser un rayito de luz para todos, pero nadie lo es para mí.

Recuerdo aún aquella tarde de sábado en el colegio secundario, nos preparábamos para confirmar nuestra religión católica por lo que parte de la preparación consistía en asistir a una sesión con nuestros padres. Las dinámicas con ellos fueron tan embarazosas porqué tenía a dos extraños y a mi hermana al lado mío.

Son mis padres, pero son unos completos extraños para mí. ¿Raro?, para nada.
El clímax llego en dos momentos: al escribir una carta a uno de ellos y al hacer una remebranza a nuestra niñez de manera grupal y al lado de todos los asistentes a la charla.

Me tocó escribirle a mamá y amé esa suerte, por qué nunca habría hilado palabras para papá. A ella agradecí su paciencia y amor y ya tenía el corazón en la mano.

En la reunión grupal la disposición era esta: mamá, papá, mi hermana, yo, un padre x al lado de su hija x.
Nos puesieron un video bastante sentimentalon y empecé a llorar -como era de suponerse-, pero no era la única, gran parte de hijas también lloraban y eran consoladas por sus padres. Mamá -que era la mas alejada- trataba de averiguar si estaba bien, por lo que corrió la pregunta pasando por papá hasta ser susurrada por mi hermana: ¿Estás bien Mary?.
¡sí estoy bien!- respondía con la voz entrecortada y toda la cara cubierta de lágrimas, pero mi mirada estaba fija al frente, para que "nadie lo notara".

Me estaba muriendo por dentro y ellos preguntaban si estaba bien.

¿No podían solo abrazarme y decirme que todo iba a pasar?.
Pero solo pude escuchar la mofa de papá, como siempre burlándose y asqueandosé de esa agua salada.

Reacción inmediata: tragar saliva, pasarme somera y disimuladamente la mano en la cara para borrar lágrimas y mostrarme tranquila y callada.
Siempre luchando contra todas esas tristezas,  siempre.

Acabo de desbordar bastantes cosas personales, suficiente por esta noche, o no?.

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