Creo que ando en una racha de películas sentimentalonas.
Hoy tocó NEBRASKA.
La película narra la travesía de un alcóholico padre muy entrado en años quién viaja acompañado por su hijo rumbo a cobrar un premio de un millón de dolares -tretas enviadas vía mail como medio publicitario engañoso- hasta Nebraska.
Me recordó mucho a mi abuelo, mi caballero cojeante, mi girasol eterno.
El también fue alcohólico gran parte de su vida adulta. Esto sirvió como ejemplo para que la mayoría de sus hijos varones siguieran sus pasos.
Aquí detallo entonces otra faceta personal -otra vez-.
Mi madre, bueno esencialmente todas mis tías maternas enrealidad, no han sido apegadas a su padre fundamentalmente por su alcoholismo.
Este vicio hizo que mi abuelo descuidara bastante a sus hijas, por lo que cultivó justificado resentimiento en ellas.
Hoy en día la cosa es diferente, es el único padre vivo que tienen por lo que todos lo tienen presente, aunque nunca tanto como se quisiera.
Su compañía es de las pocas que me sosegan, su figura, voz y dentadura son reliquias en días de intranquilidad.
Sus arrugas y su sonrisa son mi sol.
No puedo imaginarlo alcoholizado y errático en su actuar.
Aunque puede similarse a mis tios ebrios, terqueando con todo, siendo groseros y patanes.
Quizás, pero huyó de esos pensamientos porqué lo tengo idealizado.
Yo tengo algo de ese gen botellero.
No tomaré semanas completas, pero hubo un tiempo donde la bebida era mi única escapatoria a problemas agobiantes, a ese pasado que aún cargo en hombros.
Lucho, lucho siempre para no recaer.
Pero la realidad no me la hace fácil.
Ella solo sabe sumarme tristezas.
Hay carajo, no quiero volver a ese juego. No again.
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Aloha!